Esbozo XXXV
De la que en las orillas permanece
cargado de sal congruente y menuda,
embebido en cien abanicos cítricos,
tolerante con el roce de la espuma,
llego a ti, como tú llegas a veces
y ante mis pies dormidos te acantilas,
y entre mis manos firmes te desnudas.
Como terrón picante de salitre
me adormezco en tu piel entretejida
de azul misericordia y mar adentro,
de rizada y mortecina lujuria.
Cual galeón fugaz me voy a pique
desde que son las horas de galerna
urdida en los rincones de tu cuerpo.
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