XLII
Un majuelo que ofrece sus espinas
es el amor cuando se hace perverso
y en el profundo duelo cae disperso,
probando del diamante sus esquinas.
En alza mis frescuras cantarinas,
en vilo mi silencio de universo,
al oreo tu noche, negro y terso
cuervo, desdén de espadas asesinas.
Voces me das y turbas con los ojos
mi pecho lastimado y mi conciencia,
tendal de frutos, lágrimas, despojos;
besos de arena agitan mi dolencia
y en mis barrancos vas echando abrojos,
agreste vinagrera y apetencia.
Un majuelo que ofrece sus espinas
es el amor cuando se hace perverso
y en el profundo duelo cae disperso,
probando del diamante sus esquinas.
En alza mis frescuras cantarinas,
en vilo mi silencio de universo,
al oreo tu noche, negro y terso
cuervo, desdén de espadas asesinas.
Voces me das y turbas con los ojos
mi pecho lastimado y mi conciencia,
tendal de frutos, lágrimas, despojos;
besos de arena agitan mi dolencia
y en mis barrancos vas echando abrojos,
agreste vinagrera y apetencia.
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