XIX
Usurpé lirios de donde brotaban
y donde se oyó el clamor corté espigas,
y, aunque el cielo se culminó de intrigas,
tu ser y tu presencia me llamaban.
Tímpano y diapasón en ti vibraban,
fragor y cascada rompiendo ligas,
yemas en un crecido mar de ortigas
que cándidos espejos reflejaban.
¿Quién puede dominar, dime quién puede,
la gula de animal a que me inclino,
la maleza ideal que me precede?
No me puedo negar, vivo sin tino,
a ese festín áureo que me agrede
con labios de mazorca y luz de vino.
Usurpé lirios de donde brotaban
y donde se oyó el clamor corté espigas,
y, aunque el cielo se culminó de intrigas,
tu ser y tu presencia me llamaban.
Tímpano y diapasón en ti vibraban,
fragor y cascada rompiendo ligas,
yemas en un crecido mar de ortigas
que cándidos espejos reflejaban.
¿Quién puede dominar, dime quién puede,
la gula de animal a que me inclino,
la maleza ideal que me precede?
No me puedo negar, vivo sin tino,
a ese festín áureo que me agrede
con labios de mazorca y luz de vino.
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