Esbozo XVIII
Ya no me envuelves de lívidas gotas
o acartonada voz de pergaminos;
no distraes al hacha del silencio,
ni apoyas en mi ser tu enredadera.
Llévame al lagar de tu pie rosa,
hasta la urna lejana de tu vida,
llévame al viento seco de tu cumbre
o hasta la sombra verde del suspiro.
En ti maduraré dorado y triste,
henchido sin más de tu alcohol goloso
y en la madre de tu piel habré asiento.
En ti culminaré embriagador, dúctil,
como aquel que en tu boca no recuerda
que salió de la tierra cual latido.
o acartonada voz de pergaminos;
no distraes al hacha del silencio,
ni apoyas en mi ser tu enredadera.
Llévame al lagar de tu pie rosa,
hasta la urna lejana de tu vida,
llévame al viento seco de tu cumbre
o hasta la sombra verde del suspiro.
En ti maduraré dorado y triste,
henchido sin más de tu alcohol goloso
y en la madre de tu piel habré asiento.
En ti culminaré embriagador, dúctil,
como aquel que en tu boca no recuerda
que salió de la tierra cual latido.
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