Esbozo XXVI
Ya de los álamos ardió la plata
y cayó muerta en la estela del río;
ya el viento escurre el frígido ademán
y la invernal luz sobre tus mejillas.
Se alejaron los decadentes pájaros;
se llevaron con un trino el estío
a donde se alzan los lunares cráteres
o se vuelcan los lirios del ocaso.
No es tiempo de venganzas o batallas
y estamos en la raya de la muerte
con nuestra altiva torre ansiando vida;
nos movemos en caminos trillados
donde el rancio amor persigue derivas
más allá aun del último arrebato.
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