Esbozo XLII
Más espinas que un brote de majuelo,
más perversión, si así puede llamarse
al amor cuando se convierte en duelo
más duro que el diamante y con más filo.
En vilo tengo toda mi frescura,
en plenitud de luna mi silencio,
al oreo de tu noche como cuervo
negra y como una espada amenazante.
Voces me das y con los ojos turbas
mi pecho lastimado y mi conciencia,
tendal así de frutos y de lágrimas.
Besos me das como de arena turbia
y pones a rodar por mis barrancos
la vinagrera agreste de tu celo.
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