Seré tu musgo si quieres ser piedra,
o, al contrario, pared que te soporte.
Tu boca, de nieve y amaranto,
junto a mi aliento quiero que amanezca.
Y si se encienden soles de improviso,
o si tu luna de bronce desvías
a otro paraje que no sea el mío,
no he de temer, no temo, mala sangre.
Te quiero a ti y no quiero otro lenguaje
de mentirosas rosas bullidoras,
de peregrino otoño en los cristales.
Hacia tu luz mi canto desvaído;
como vapor de fementidos labios
se engarza, y como arena en una ola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario