Esbozo XLIII
De puertas para adentro te deseo
y por más no quedarme en los umbrales
te construyo de flor un gineceo
o una pirámide con mil vertientes.
De tierra para fuera tú germinas
y en la dulzura iconoclasta luces
desmedida y gozosa como el trébol
o como el agua dulce desmedida.
Alza tu ser de luna transparente;
de puertas para adentro el infinito
sólo es una censura, una advertencia
que el tragaluz nocturno nos envía.
Del quicio para fuera muere el mundo
y al oírnos su agonía se silencia.
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