Esbozo IV
Y no olvida que los lentos cipreses
son hermanos cautivos de la sombra
tal como yo de tu panal abierto.
El trombón azul de perdidas notas
se quedó esperando la melodía,
el colibrí rabioso que le diga:
eres mi nido, resabiado néctar.
También mi pecho se quedó aguardando,
detrás del tul, el lánguido aguardiente
que emborrona hasta el mar de las palabras,
que intoxica el miedo-amor que destilas.
Y no aprende, dolida, la gacela
se quedó esperando la melodía,
el colibrí rabioso que le diga:
eres mi nido, resabiado néctar.
También mi pecho se quedó aguardando,
detrás del tul, el lánguido aguardiente
que emborrona hasta el mar de las palabras,
que intoxica el miedo-amor que destilas.
Y no aprende, dolida, la gacela
que hay ojos enemigos que se yerguen
poderosos cual lanzas de granito.
poderosos cual lanzas de granito.
Y no olvida que los lentos cipreses
son hermanos cautivos de la sombra
tal como yo de tu panal abierto.
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